El dramaturgismo es la actividad teatral que se ocupa de la transformación de un texto* fuente para la puesta en escena. Para ello, se realiza el análisis previo de la fuente y las posteriores modificaciones y/o cambios necesarios de esta con el objeto de que la escenificación se direccione hacia el espectador.
Los orígenes teóricos de este concepto se encuentran en el siglo XVIII con Diderot y su libro La paradoja del comediante y, principalmente, con Gotthold Ephraim Lessing y su obra Dramaturgia de Hamburgo. Las principales aportaciones de esta obra se encuentran en la contemplación del aspecto escénico teatral y de los pioneros esbozos de la teoría teatral de análisis de espectáculos dentro de la labor de la crítica teatral. Sin embargo, el dramaturgismo debe esperar a la década de los cincuenta del siglo XX para que Bertolt Brecht ‘instale un método de lectura e interpretación de las piezas bastante perfeccionado’ (Pavis, 2016, p. 83).
En la actualidad, los principales teóricos teatrales nacionales e internacionales asocian sin lugar a duda la unidad de texto literario con la representación escénica. Patrice Pavis atribuye esta globalización a una reformulación del concepto de ‘dramaturgia’, que ‘tiende a desbordar el marco de un sentido del texto dramático’ (Pavis, 1998, p. 149). José Gabriel López Antuñano define el dramaturgismo como un ‘texto dramático que se convierte en palabra y acción, mediante unos actores que encarnan unos personajes en un espacio escénico que contribuye a contar la fábula, manifestándose un sistema de signos que están implícita o explícitamente en